Acopio para Turquía y Siria en QRoo.
Por: Vladimir Galeana Solórzano
Sin lugar a dudas la naturaleza nos sigue dando muestras del daño que le hemos hecho. Y no se trata de lanzar culpas a diestra y siniestra, pero tenemos que aceptar que la especie dominante es hasta ahora uno de los elementos más perniciosos por lo que corresponde al daño que le hemos venido haciendo al Planeta Tierra. La devastación ha sido brutal en la mayor parte del mundo, y lo seguimos haciendo y permitiendo aún a costa de las nuevas generaciones que en el corto plazo tendrán serios problemas de contaminación y escasez de alimentos.
La naturaleza misma nos ha estado cobrando el daño que estamos haciéndole, y cada vez son más recurrentes los episodios en los que la tierra sufre y padece no tan solo la devastación causada por hombre, que hasta ahora ha sido de todas las especies el más destructivo, y al parecer poco le importa el futuro de sus hijos porque sigue depredando de manera brutal pese a los indicativos que la propia naturaleza muestra cada vez con mayores empeños. Quizá no hemos entendido las consecuencias de nuestra lesiva actividad como la presunta especie dominante.
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Por lo pronto, esa solidaridad del género humano se presenta cuando ocurren desastres naturales, pero eso no quiere decir que estemos haciendo bien las cosas, porque lo que hemos venido observando son las consecuencias de la devastación y de la carencia de conciencia para entender que el planeta es lo único que tenemos hasta ahora para mantener la especie, y proteger a las demás de los embates que nuestra mendicidad les ha provocado durante tantos siglos en los que hemos dado muestras de ser los principales culpables de una hecatombe, que no es otra cosa que un suceso trágico en el que se produce una gran destrucción y muchas desgracias humanas y materiales.
Y no se trata de colocar en el banquillo de los acusados a la propia naturaleza, porque los ejemplos de la sinrazón son muchos y variados. En este país, quien detenta el poder se ha afanado en destruir uno de los elementos más valiosos que tiene el ser humano, y le ha provocado un severo daño. La devastación causada por el capricho del inquilino de Palacio es uno de los muchos ejemplos que se pueden encontrar cuando de buscar culpables se trate, porque realizar un presunto Tren Maya ha sido una de las más estúpidas decisiones.
Hoy los vuelos en avión son los más recurrentes para trasladarse hacia diversos destinos no tan solo del país, sino del mundo entero, pero eso nunca lo entenderá el señor Presidente de la República, porque su empecinamiento de gastar para ganar, es lo peor que puede hacer un estadista. Hoy la magnitud de la destrucción de la selva del sureste del país es brutalmente ofensiva al entendimiento. Y todo por un capricho de construir un Tren Maya que pocos utilizarán porque los vuelos en avión son los más recurrentes cuando de recorrer grandes distancias se trata.
El Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, es el culpable de una de las mayores devastaciones de la naturaleza simplemente porque se le ocurrió el capricho de hacer una línea ferroviaria del llamado Tren Maya, devastando una de las regiones más selváticas y hermosas no tan solo de este país, sino del mundo, y tan necesarias para garantizar la vida silvestre y de todas las especies. Pero como nunca ha dado “paso sin huarache” como dice el adagio popular, el principal negocio fue la venta de árboles gigantescos de caoba que fueron enviados al Medio Oriente. Vaya con el gran negocio del inquilino de Palacio. Que bueno que en Quintana Roo se realiza un acopio para los damnificados de Turquía y Siria, pero los quintanarroenses han permitido que desbasten su selva. Al tiempo. [email protected]
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.