El robo de motocicletas en Quintana Roo
Por: Vladimir Galeana Solórzano
Cuando alguien tiene un bien que le ha costado trabajo y esfuerzo, y lo llega a perder, la frustración y el encono se presentan de inmediato. Debo señalar que he sido motociclista desde los diecisiete años, cuando alcance un lugar en el cuerpo de “Carteros” de la Administración Cinco de Correos en la Ciudad de México. Por mi edad, me dieron la dispensa de cartilla porque era ya alumno de la Facultad de Derecho en la UNAM. Mi primer vehículo propio fue una Carabela 125, con la que me transportaba para acudir a mis clases y moverme en una amable ciudad como lo era la Capital del país, y la compré con los ahorros de mi salario.
La mayor parte de mi vida la he transcurrido arriba de una motocicleta. Hoy por fortuna tengo una Harley 1600, Viajera, y una Kawasaky 1000, de esas que les llaman de “Culto”, porque fue una edición limitada ya que esa motocicleta fue la protagonista de la serie “Chips” que protagonizaron Erick Estrada y Larry Wilcox. También tuve diversos automóviles, y mi preferido siempre fue el Phantom, de la marca Dodge. Después vendría mi gusto por las camionetas viajeras, con las que incluso recorrí desde el centro del país hasta Houston, en Estados Unidos, solamente para entrar a la NASA y ver las maravillas en la tecnología de los viajes espaciales.
Se muy bien lo que cuesta darse el gusto de tener una motocicleta, porque se disfruta mucho. Pero también hay que señalar que en estos tiempos, con la masificación del transporte de dos ruedas, y las facilidades que otorgan las empresas vendedoras, ya es más fácil hacerse de una de ellas. Siempre he sido de la idea de que nadie debe subirse a una motocicleta si antes no ha tenido un entrenamiento. Por lo que corresponde a las motonetas, son las que mayormente se adaptan a las necesidades de los jóvenes, pero siempre he recomendado que utilicen protecciones, sobre todo a aquellos que se suben a una motoneta con “chanclas”, porque en una caída a lo primero que se van a destrozar son los pies.
Y que bueno que ahora exista una masificación del traslado en dos llantas, porque le facilitan la vida a quienes tienen que llegar a su trabajo muy temprano. Pero como siempre, no falta el “prietito en el arroz”, porque los robos de motocicletas están a la orden del día, y por desgracia la serie se puede borrar con una tremenda facilidad y se puede suplantarme en menos de veinte minutos. Así de simple la circunstancia de los adelantos tecnológicos de los tiempos que estamos viviendo y las especialidades de los amantes de lo ajeno.
En el estado más turistico del país, Quintana Roo, el robo de este tipo de vehículos estaba la orden del día, y ha tenido que ser la Munícipe de Solidaridad. Lili Campos Miranda, quien ha propuesto que los ladrones de motocicletas tengan una penalidad de hasta siete años de cárcel, y creo que eso tiene que ser un acto de justicia anticipada porque mucho le cuesta a la gente hacerse de un bien, como para que cualquier malandrín se lo quite impune y cínicamente.
Pero también doña Lili Campos debiera consultar a los expertos en motociclismo para que antes de que alguien salga a la calle, en un vehículo de este tipo, debiera tener un certificado de entrenamiento previo para evitar accidentes que podrían causar no tan solo lesiones en las extremidades, sino la misma muerte por una caída al no traer un casco profesional y no solamente un casco de pintor. El casco tiene que ser obligatorio, y que cubra toda la cabeza de quien circula en una motocicleta y cuente con protecciones en el cuello. Después de más de cincuenta años siendo motociclista, he visto muchos horrores por la falta de equipamiento de protecciones. Así de simple. Al tiempo. [email protected]
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.