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¿Felicidades Quintana Roo?

¿Felicidades Quintana Roo?

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Caminos del Mayab
Por Martín G. Iglesias

El párrafo IV del Himno a Quintana Roo sentencia “En Tepich el coraje del maya, convirtió su opresión en victoria, el machete escribió en nuestra historia: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!, Santa Cruz fue santuario del libre; su refugio, la selva, el pantano, porque el indio se alzó ante el tirano, jabalí perseguido, jaguar”.

El trasfondo de estas letras, aluden a la Lucha Social Maya (Guerra de Castas) que inició en julio de 1847 y que oficialmente terminó en 1901 con la ocupación de la capital maya de Chan Santa Cruz (Felipe Carrillo Puerto) por parte de las tropas del ejército federal mexicano, donde los locales demostraron su valía en todos los sentidos y los contrarios necesitaron más de 50 años para someterlos.

Hoy, al celebrar el 47 Aniversario de la declaratoria de Estado Libre y Soberano en Quintana Roo, todavía existen pendientes con el Gran Pueblo Maya, por ejemplo, la condición en la calidad de vida de estos pueblos no ha cambiado mucho, la opresión continúa, ya no en materia de una esclavitud con cadenas, pero sí en una sobreexplotación en forma de trabajo de los habitantes de la zona de Tulum, Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos.

Solo hay que recorrer la Zona Maya para darse cuenta que existe una segregación por parte de los tres niveles de gobierno, donde el Federal lo único que ha hecho es venir a pedir perdón a los descendientes de los mayas, en una ceremonia más de lucimiento personal que de efectividad; pero han sido los gobiernos federales a través de sus instituciones (Semarnat, Profepa, Conanp, Conapesca, Sectur, Fonatur, etc.) los que han permitido la devastación de las reservas naturales de Quintana Roo; han sido los gobiernos estatales los que han despojado a los ejidatarios de las mejores tierras con las que cuenta el territorio, las que dan al mar y las que tienen gran reserva de agua dulce en cenotes; los gobernadores que se convirtieron en virreyes no han tenido interés en mejorar la zona maya.

Pero también los gobiernos municipales son culpables de esta segregación social maya con sus Programas de Ordenamiento Ecológico Local (Poel) y con su Plan de Desarrollo Urbano (PDU) donde autorizan la sobre densificación; permiten el indebido uso de suelo y la sobreexplotación de los recursos, a manos de extraños, de esos que no aman esta tierra; no importa de dónde venga el dinero, sacrifican medio ambiente en aras del desarrollo.

La frase “el coraje del maya, convirtió su opresión en victoria” debe ser encendida, pero ya no con el machete en la mano, sino con la participación del Gran Pueblo Maya en las decisiones que tienen que ver con el destino de Quintana Roo, en la vida pública, en la política, en la economía (participación en los proyectos a cambio de la tierra), en las decisiones del conglomerado social.

Quizá nos da temor hacer uso de la poderosa herramienta que tenemos en nuestro derecho a “votar y ser votado”, la timidez con la que actúan los dueños originales de estas tierras envalentona a políticos y gobernantes rapaces. La opresión sigue vigente, quizá velada por parte de los “conquistadores”, que con la ayuda de gobiernos corruptos se convirtieron en los nuevos dueños de Quintana Roo, a cambio de una participación en económico.

¿Felicidades Quintana Roo? Diría yo que a medias; porque mientras las condiciones de vida del Gran Pueblo Maya no sean similares a las de los municipios con amplio desarrollo turístico, donde cuentan con mejores carreteras, hospitales, escuelas, servicios de calidad, entre otras cosas, no hay mucho que celebrar. Mientras el “conquistador” siga considerando a la zona maya como proveedora de mano de obra barata, en contubernio con gobiernos saqueadores, no escucharemos las palabras de “¡Libertad, Libertad, Libertad!”.

Concluyo al decir que hoy ya no muere el maya bajo las armas del opresor, sino que muere por la falta de hospitales y medicinas en su comunidad; muere su esperanza al no contar con el dinero para enviar a sus hijos a las universidades; muere porque no hay apoyo para cultivar la tierra; muere porque sus caminos están en mal estado y no puede salir para ser atendido o sacar su cosecha; pero principalmente muere por la corrupción, mentira y traición de quienes solamente los han utilizado.

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“Podemos decir que, de todos los movimientos de insurrección indígena, la Guerra de Castas en la península de Yucatán no sólo ha sido el que se ha prolongado más tiempo sino también, desde diversos ángulos, fue el que logró mantener una amenaza real al orden establecido, e incluso por momentos estuvo cerca de la victoria.”: María del Carmen Valverde Valdés, Antropóloga e historiadora.

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Martín G. Iglesias
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