Dirigencia de MORENA en Quintana Roo incapaz de defender los intereses de AMLO para el 2024

**MORENA Quintana Roo, lejos de ser una fortaleza es una gran carga para AMLO
**Joana Acosta y David Hernandez calificados como “lacras” por el propio Presidente de la República.
**En 2018, López Obrador, obtuvo en Quintana Roo 488 mil 434 sufragios, en tanto Mara Lezama, en 2022, ganó la gubernatura con 280 mil 357 votos del MORENA y aliados 

Graciela Machuca Martínez 

Las capacidades y liderazgo de la actual dirigencia del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en el estado de Quintana Roo son insuficientes para las expectativas del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien ha delegado en el gobierno del estado y en el morenismo de la entidad llevar a buen puerto sus proyectos de infraestructura como es el del Tren Maya y el del Aeropuerto Internacional de Tulum, así como el resto de vialidades y puentes que se están construyendo y se han anunciado para fortalecer la actividad turística en la región.

López Obrador sabe muy bien que el año con cinco meses que le quedan a su gobierno serán insuficientes para terminar materialmente las obras de infraestructura y sus anexos, así como consolidar su operación, por lo que requiere de un movimiento social y político que respalde su legado gubernamental y lo más importante, que sea aliado de las fuerzas armadas que operarán y usufructuarán las empresas.

Sin embargo, a pesar, que requiere de MORENA, como partido, para contar con base social y política y seguir ganando elecciones a pesar de que ya no esté en el poder formal, también tiene claro que la dirigencia de su partido en Quintana Roo no cuenta ni con la legitimidad ni con las capacidades para conformar la tan requerida base social.

Consciente de ello, en agosto de 2022, cuando se enteró quienes habían quedado en la dirigencia estatal de MORENA y qué métodos habían utilizado para manipular el voto de las personas delegadas se sinceró y las calificó de “lacras de la política”.

En su conferencia de prensa del 22 de agosto de 2022 al ser cuestionado sobre la elección de la dirigencia de MORENA en Quintana Roo sentenció frases como las siguientes: “Son lacras de la política del viejo régimen que se tienen que ir desterrando”; “El amiguismo, el influyentismo, el nepotismo, todas esas lacras, son prácticas arraigadas…”; “Tienen derecho de acuerdo a la Constitución, pero ¡no!”; “Porque es inmoral, puede ser legal, pero no moral; la política es un imperativo ético”.

Aunque el presidente de la República ya tiene acostumbrada a la sociedad mexicana a su doble discurso, quienes tienen la encomienda de sacar adelante al partido del presidente en Quintana Roo no la tienen nada fácil, porque no tienen la confianza de su guía moral, por lo que todo el proceso electoral, es decir, desde la selección de candidatos y quienes serán los patiños ya es responsabilidad de la gobernadora María Hermelinda Lezama, quien está delegando funciones al respecto en unos cuantos de sus operadores políticos, con lo que de hecho se construye una dirigencia alterna, la cual al final de cuentas tomará las decisiones finales, mientras que la dirigencia formal desempeñará su papel de aguantar y aplaudir.

A López Obrador no le agradó que en su partido, en Quintana Roo, donde él es el único que pone las reglas, una camarilla se quedara con la dirigencia estatal, lo que motivó enojos y quejas de los lideres naturales que tienen derecho de picaporte en Palacio Nacional.

Pero como legal y políticamente no podían hacer nada, solo optaron por llevar la queja a su líder máximo, quien calificó a Johana Acosta Conrado, pareja de la presidenta municipal de Felipe Carrillo Puerto, Mari Candelaria Hernández, como “lacra de la política”, al ser electa presidenta del Comité Estatal de Morena.

El mismo calificativo le alcanza a Eduardo Basurto, esposo de Juanita Alonso, presidenta municipal de Cozumel, quien ahora se desempeña como secretario general de Morena.

David Hernández Solís, hermano de la presidenta municipal de Felipe Carrillo Puerto y esposo de la presidenta municipal de Chetumal, Yenssuni Martínez (Quien por cierto nadie voto por ella, pues se utilizó un método espurio de imposición), se quedó con el cargo de secretario de Comunicación de dicha dirigencia.

De igual manera, el resto de los cargos de la dirigencia se repartieron entre unas cuantas familias, sin tomar en cuenta a los liderazgo regionales y municipales que desde antes del 2012 acompañaron a López Obrador en la “aventura”, ahora llamada MORENA, que lo llevó a la silla presidencial.

Las personas integrantes de esa dirigencia a la que AMLO llamó “lacras de la política” si quieren que sus puntos de vista e intereses sean tomados en cuenta por la gobernadora y integrantes de su equipo para el próximo proceso electoral, deben deponer las armas, olvidarse de su independencia y autonomía y reconocer que ella es la operadora máxima de MORENA en Quintana Roo, no solo porque es la gobernadora, sino porque el presidente a ella le encargó que el barco no se hunda, tomando en cuenta los resultados electorales del 2018 en comparación con los del 2022.

El primero de julio de 2018, López Obrador, como candidato presidencial obtuvo en Quintana Roo 488 mil 434 sufragios, en tanto Mara Lezama, el 5 de junio de 2022, ganó la gubernatura con 280 mil 357 votos del MORENA y aliados.

La hoy gobernadora, el primero de julio de 2018, con todo el efecto AMLO ganó la presidencia municipal de Benito Juárez (Cancún) con 152 mil 813 sufragios, tres años después, la reelección la gana con 101 mil 108 votos.

Ante los compromisos que tiene Mara Lezama con el presidente de la República y con quien designe su sucesor, la operación de la actual dirigencia de MORENA en Quintana Roo será de muy poca valía, por lo que será la gobernadora, como en los tiempos del PRI, la que asuma la coordinación de la campaña, cuya figura principal seguirá siendo AMLO.

Mientras el presidente de la República está preocupado por los reveces que le ha dado la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) a sus fallidas reformas legislativas, por lo que le urge asegurar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión para el primero de agosto de 2024, la dirigente de MORENA en Quintana Roo se anda peleando con los presidentes municipales, aunque no sean de su partido, porque no le preparan las recepciones con militancia “que ella se merece”.

Un incidente que se registró esta semana fue el berrinche que hizo Johana Acosta Conrado en Tulum, porque el equipo del presidente municipal, Diego Castañón, que por ciento es militante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), no le organizó el evento masivo acordado.

A pesar de sus olvidos, AMLO sabe hacer sumas y restas, respecto a los 30 millones de votos que tuvo en el primero de julio de 2018 y el descenso, casi a 15 millones para el 5 de junio de 2021, que solo le alcanzó para tener mayoría absoluta en el Congreso de la Unión.

Para el ahora presidente de México, Quintana Roo es el estado que le debe garantizar una base social y política suficiente que le sirva de plataforma para consolidar sus proyectos de infraestructura, cuyas inversiones presupuestales serán severamente cuestionadas por la oposición legislativa, continuidad que no estará garantizada si se le diluye entre las manos la mayoría calificada.

El consuelo que puede tener la dirigencia de MORENA en Quintana Roo es que mientras el bloque opositor al presidente y sus partidos no ponga en marcha una estrategia para ganar la presidencia o por lo menos, quedarse con la mayoría en el Congreso, las cifras del triunfo no importan, aunque disminuyan de un poco más de 15 millones de votos en 2021, a diez u ocho millones en 2024, lo importante es ganar. Esperaremos y apuntaremos, ante las peores maniobras incluso del PRI que realizan los y las de MORENA.