Mensaje dominical del Obispo: Un testimonio de caridad
Hoy el Evangelio nos presenta la escena de una pobre viuda que se acercó a la alcancía del templo y echó dos moneditas de muy poco valor, y entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos, porque los demás han echado de lo que les sobraba, pero esta, en su pobreza, ha echado todo, todo lo que tenía para vivir.
Hace dos días se cumplió el octavo aniversario luctuoso del Sr. Frenando García Zalvidea, fundador de La Ciudad de la Alegría, en ese lugar de caridad, se atienden a enfermitos terminales de sida o de otras enfermedades en el hogar de Cafarnaum; se atienden a los ancianitos que no tienen dónde ir; se atienden a las madres solteras que tienen dificultades para criar a sus hijos, en vez de abortarlos los dan a luz y aprenden ahí mismo un taller; hay una escuela también para aquellos jóvenes de escasos recursos que quieran recibir una muy buena educación académica y también humana, espiritual, moral; hay pues varios hogares y servicios para la comunidad, por ejemplo el hogar de Cobija y Pan que es para dar despensas a la gente más necesitada, y este lugar de caridad fue fundado con esta ilusión de ayudar a los más necesitados, a los más vulnerables, a los más desamparados de la sociedad, y el lema que siempre ha privado es: hazlo todo con amor. Decía Fernando García Zalvidea, que fue un hotelero muy exitoso: yo doy, no porque tengo, sino porque doy tengo, era un hombre muy generoso que supo hacer obras de caridad muy grandes y esta es la más representativa de todas sus obras y logró también conjuntar y asociar muchos empresarios para poder hacer toda una ciudad de la caridad y de la alegría.
Hacer con amor.
Hacerlo todo con amor significa en primer lugar, hacerlo con pureza de intención, solo por ayudar, solo por amor a Dios y solo por amor al prójimo más necesitado, sin esperar ninguna compensación, ninguna ventaja, ninguna retribución. Cuando tú invites a un banquete, invita a aquellos que no pueden pagar, para que tu Padre te dé la recompensa en el Reino de los Cielos en señal a Jesucristo; hacer bien el bien es una tarea de todas las organizaciones filantrópicas y sobre todo de todas las fundaciones caritativas de la Iglesia católica, tener esos principios de caridad, de solidaridad, de comunión inspirados en la Doctrina Social de la Iglesia e inspirados en la primitiva comunidad cristiana en la que compartían todos los bienes en comunidad, vemos cómo puede darse el peligro de tener una institución o fundación que pueda tener otras intenciones y otros intereses que desvirtúan y que manchan la finalidad de hacer caridad, de hacer beneficencia.
En el Evangelio de hoy también aparecen los fariseos que ensanchan sus filacterias, que se pasean por las plazas con amplios ropajes para recibir reverencias en las calles, que buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes y también se echan sobre los bienes de las viudas, haciendo ostentación de largos rezos; dice Jesucristo: estos recibirán un castigo muy riguroso. No podemos aprovecharnos de los pobres para beneficio personal, para el poder, para lograr algún interés personal, recibirán un castigo muy riguroso los que abusan, los que se aprovechan, los que presumen, los que ostentan, los que quieren salir en la foto, los que buscan inflar su ego y aparecer, y aparecer, y nada más aparecer.
Hacer el bien y hacerlo bien.
La pobre viuda echó dos moneditas de muy poco valor, pero Jesús la alabó, la admiró muchísimo y les dijo: yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía, más que todos, porque los demás han echado de lo que les sobraba, pero esta en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir. Hacer el bien y hacerlo bien, hacerlo todo por amor y sobre todo como expresaba la Madre Teresa: dar hasta que duela, esa es la ley del amor cristiano, darlo todo, nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Jesucristo es el modelo de ese amor y esa entrega total al servicio de sus hermanos, es como el grano de trigo que cae en tierra y da mucho fruto porque se pudre, porque lo da todo, porque se olvida de sí mismo, porque es todo para los demás; el amor lo dá todo, ahí está el ejemplo de Jesucristo, ahí está el ejemplo de la pobre viuda, no es tanto dar monedas en abundancia, chorro de monedas que caigan en la alcancía y hagan mucho ruido para que los demás se den cuenta de todo lo que estamos dando, sino, dar de lo que uno necesita, del propio bolsillo, dar hasta que nos cueste, ese es el consejo de la Madre Teresa.
Ojalá que escuchemos estos criterios del Evangelio y nos sirvan para crecer en el amor. Para no dejarnos influenciar por el egoísmo, por la vanidad, por el orgullo y no desvirtuemos o pervirtamos la ayuda que podamos hacer a los demás, si podemos, sea poco o sea mucho, hacerlo con amor, hacerlo con pureza de intención, hacerlo de todo corazón y hacerlo como dice Jesucristo: que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, y tu Padre que ve el corazón, que ve lo secreto te recompensará en el Reino de los Cielos. Así sea.
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