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Mensaje dominical: Quisiéramos ver a Jesús

Mensaje dominical: Quisiéramos ver a Jesús

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La Iglesia no se puede frenar en tiempos de pandemia. Las puertas virtuales de la Iglesia permanecen abiertas.
Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas / Obispo de la Diócesis de Cancún-Chetumal

Los griegos que llegaron a Jerusalén, querían conocer a Jesús, tal vez por una curiosidad filosófica. También Herodes quería ver a Jesús, tal vez por una curiosidad frívola, para que le hiciera algún milagro o portento como quien quiere ver el espectáculo de algún mago o taumaturgo. Los discípulos Juan y Andrés, también querían conocer a Jesús por una curiosidad espiritual más profunda y le dijeron, Maestro dónde vives y él les dijo: vengan y vean. En el fondo de nuestro corazón, todos queremos ver a Jesús porque él tiene algo que nos llama la atención. Tiene una verdad que atrae nuestra mente. un amor que toca nuestro corazón. una paz que inunda nuestro espíritu. Por eso nos sentimos atraídos hacia él y queremos verlo.

Cuando Felipe y Andrés le dicen a Jesús que los griegos quieren verlo, él hace su presentación. Él es el grano de trigo sembrado en tierra que muere y produce mucho fruto. En esa cruz de su pasión y muerte, está el trono de su gloria. Es el Maestro y Señor que invita a seguirle los pasos cargando la cruz y abrazándola. Él es el Hijo de Dios glorificado por el Padre que ante la hora de la crucifixión no se amedrenta ni se echa para atrás, sino que con paso decidido y firme exclama ¡Padre, aquí estoy para hacer tu voluntad! Él es el Hijo que, levantado en alto, atrae a todos hacia sí.

Conocer el secreto más profundo de Jesús es conocer su amor que lo da todo, el amor más grande que da la vida por el amado. Conocer el misterio de Jesús, es conocer el misterio pascual de su pasión, muerte y resurrección. Por eso decía san Pablo, ya lo único que quiero es conocer a Jesús, compartir su pasión, morir su muerte y alcanzar su resurrección.

No hay conocimiento más grande y más profundo que conocer la insondable riqueza del amor de Cristo que muere y resucita por nosotros. Para San Pablo, conocer a Cristo, es padecer su pasión, morir su muerte y resucitar su resurrección. A Cristo podemos querer verlo y conocerlo por curiosidad frívola, por curiosidad filosófica o tal vez por curiosidad espiritual. Pero realmente, solo lo llega a conocer quien lo hace vida de su vida, pasión de su pasión, muerte de su muerte y resurrección de su resurrección.

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