“MIRADA HIPÓCRITA O MIRADA LIMPIA”
- La mirada del hipócrita no ve sus propios defectos, solo ve los defectos de los demás.
Cuando un hombre no es capaz de autocriticarse asimismo, entonces se pone a criticar a los demás. La mirada del hipócrita no ve sus propios defectos y solo ve los defectos de los demás. La mirada del hipócrita se concentra en los defectos de los demás, para sentirse mejor que ellos, cerrando los ojos ante los propios defectos. La mirada del hipócrita busca hacer patentes los defectos del otro para que no vean los suyos propios. Hoy Cristo nos invita a ser valientes para conocer la verdad de los propios defectos, límites y cualidades personales. Nos invita a examinarnos, a conocernos a fondo antes de atrevernos a juzgar a los demás “¿Porque ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves primero la viga que llevas en el tuyo?, ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano; déjame quitarte la paja que llevas en el ojo, sino adviertes primero la viga que llevas en el tuyo? Hipócrita. Fijar la mirada crítica en el defecto ajeno y hacerse de la vista gorda en los propios defectos es lo propio del hipócrita. Se requiere mucha sinceridad, valentía y humildad para reconocer la verdad de la propia vida, de los propios límites y defectos y también de las cualidades. Los santos son personas sumamente indulgentes y pacientes con los defectos ajenos y al mismo tiempo son sumamente exigentes y severos consigo mismos. El que es severo con los demás e indulgente consigo mismo está muy lejos de la santidad. La bondad y nobleza de corazón tiene mucho que ver con la capacidad de ver y admirar la bondad de las demás personas. La ruindad del corazón tiene mucho que ver con la tendencia a sospechar maldad en los demás. El hombre bueno ve todo con ojos de bondad, el hombre malo ve todo con ojos de maldad. Conócete a ti mismo con todos tus defectos y miserias y estarás en mejores condiciones de comprender, tener paciencia y aceptar a los demás tal y como son.
- En este tiempo del camino sinodal, que importante para todos los fieles de esta Diócesis de Cancún-Chetumal, tener el corazón limpio y la mirada pura, para poder caminar juntos, para hablar con sinceridad y valentía, para escuchar con bondad de corazón, para ayudarnos con generosidad, para comprendernos y aceptarnos unos a otros, para corregirnos fraternalmente con pureza de intención y para que nunca seamos jueces presuntuosos, sino humildes portadores de la paz y de la alegría del Evangelio.
+ Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C.
Obispo de la Diócesis de Cancún-Chetumal.
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