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Mensaje dominical del Obispo:DICHOSO EL HOMBRE QUE CONFÍA EN EL SEÑOR”

Mensaje dominical del Obispo:DICHOSO EL HOMBRE QUE CONFÍA EN EL SEÑOR”

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Mensaje dominical del Obispo:DICHOSO EL HOMBRE QUE CONFÍA EN EL SEÑOR”

1. “Dichosos ustedes los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán”. ¿Cómo pueden ser realmente dichosos los pobres, los que tienen hambre y los que lloran? Aunque parezca paradójico los pobres si pueden ser felices, cuando ponen toda su confianza en el Señor. A Dios le agradan los pobres, no porque sufran penurias, sino porque en su situación de apuro y necesidad pueden poner toda su confianza en él. En medio de todos sus problemas y angustias siempre tienen la esperanza de que el Señor los sacará adelante. No son dichosos por ser pobres, sino que, pobres como son tienen la paz y tienen la alegría que les da la confianza en el Señor. Tienen a Dios y con eso lo tienen todo.

2. Suyo es el reino de Dios, porque suyos son los valores del reino de Dios que son: la vida, la verdad, la bondad, la sinceridad, la amistad, el amor…El que no tiene estos valores, aunque tenga mucho dinero tiene un gran vacío espiritual, que le hace sentirse desgraciado, triste, deprimido y vacío. Si está apegado a sus riquezas, le invade el temor y el desasosiego de que se las roben y ya no puede dormir en paz y en tranquilidad. Dios no quiere la pobreza para sus hijos, sino los frutos que puede producir esa pobreza: la humildad, la fe, la sencillez, la confianza en Dios, la generosidad, la paz, la alegría y el amor. El pobre es dichoso cuando es desprendido y desapegado de todo y comparte generosamente lo poco que tiene con los demás. También sabe compartir su tiempo, su cariño y su corazón. Con Dios eres feliz, sin Dios eres desgraciado. Con Dios serás dichoso compartiendo todos los valores del Reino, aunque no tengas muchos valores materiales que compartir.

3. Con Dios serás feliz en el reino de los cielos. Sin Dios serás eternamente desgraciado, porque no fuiste hecho para estar separado de él sino para vivir eternamente con él. En toda vida trágica de pobreza, de lágrimas y de hambre, siempre hay una gracia escondida que nos abre al poder y al amor de Dios. Quien descubre su fragilidad, su indigencia y la acepta no para desesperarse sino para confiarse plenamente en Dios es como “un árbol plantado junto al agua que hunde en la corriente sus raíces y cuando llegue el calor no se sentirá y sus hojas se conservaran siempre verdes y en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”. La confianza en Dios es esa sensación de sentirte tan frágil, tan vulnerable, tan chiquito y perdido en la infinidad del universo, que paradójicamente al mismo tiempo te hace sentir fuerte, absoluto, seguro y sin dudas. ¿Me siento sólo? ¿Lloro? ¿Me siento pobre y enfermo? Pero tengo a Dios en medio de mi corazón. Adiós soledad, adiós pobreza y adiós lágrimas. Tengo a Dios lo tengo todo.

 

+ Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C.

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