Mensaje dominical del Obispo: “QUEDATE CON NOSOTROS, PORQUE ATARDECE”

1. Los discípulos de Emaús, el mismo día de la resurrección, se regresan a su aldea y van comentando por el camino todo lo que había sucedido en esos días en Jerusalén; lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso ante Dios y ante el pueblo, y como los sumos sacerdotes lo habían entregado para que lo condenaran a muerte y lo crucificaran. Ellos esperaban que sería el libertador de Israel. Por todos estos acontecimientos sorprendentes, regresaban a su aldea desconcertados, confundidos, tristes, desanimados y con una cierta sensación de orfandad y abandono. De repente, pero imperceptiblemente, Cristo se les aparece bajo la figura de un peregrino forastero. Ellos lo veían, pero no lo podían reconocer, aunque ardía su corazón cuando les explicaba las escrituras.
2. Cristo resucitado está vivo, está con nosotros, nos acompaña como a los discípulos de Emaús. En el camino de nuestras tristezas, de nuestros desalientos y de nuestras confusiones. Cristo está en nuestra vida y camina a nuestro lado, aunque ni siquiera lo percibamos, aunque estemos tristes y aunque reneguemos de los acontecimientos que sufrimos y quizá precisamente por eso él quiere acompañarnos y no nos deja solos. Cristo está vivo y nos habla por las escrituras para iluminar los acontecimientos dolorosos de nuestra vida. Cristo está vivo en el forastero que busca hospitalidad. Los discípulos de Emaús tuvieron el acierto de hospedar a aquel forastero, que se les había hecho el encontradizo por el camino, pero en realidad estaban hospedando al mismo Jesucristo. Cristo está vivo también en la fracción del pan. En el espacio fraterno en el que la comunidad celebra el memorial de su vida, pasión, muerte y resurrección, ahí es el momento culminante de su presencia y manifestación. Lo reconocieron al partir el pan.
3. Quédate con nosotros, porque atardece. Acompáñanos, Señor, aunque no siempre hayamos sabido reconocerte. Quédate con nosotros, porque en torno a nosotros se van haciendo más densas las sombres y tú eres la luz. Quédate con nosotros, porque en nuestros corazones, se insinúa la tristeza y la desesperanza, y solo tú nos haces arder con la certeza de la pascua. Quédate con nosotros porque estamos cansados del camino y nos has hechos testigos de tu resurrección. Quédate con nuestras familias, ilumínalas en sus dudas, sostenlas en sus dificultades, consuélalas en sus sufrimientos para que se mantengan unidas en el amor, en la fe y en la esperanza. Quédate con los enfermos y consuélalos y fortalécelos en su enfermedad. Quédate con los pobres y humildes que ponen en ti toda su esperanza. Quédate con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro mundo. Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos fieles y misioneros incansables.

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