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Mensaje Dominical, 2do domingo de Cuaresma

Mensaje Dominical, 2do domingo de Cuaresma

Mensaje Dominical, 2do domingo de Cuaresma

“Escúchenlo”

1. Los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. El camino de la cuaresma es un camino cuesta arriba para llegar a la cima de un monte elevado. La iglesia nos recomienda las prácticas cuaresmales del ayuno, de la oración y de la limosna. Si queremos vivir la cuaresma tenemos que esforzarnos en practicar el ayuno, la oración y la limosna. Ayunar no sólo de la comida y de la bebida sino también practicar el ayuno de la vista, de la imaginación, de los recuerdos y de las pasiones desordenadas que nos dañan por ser tóxicos o que no nos benefician en nada.

Cuando me abstengo de ver una película frívola, mi alma se queda más sana y tranquila y se robustece la voluntad. Cuando me privo de una comida apetitosa tal vez no se daña mi cuerpo y pero si se fortalece mi alma. Privarme de las cosas lícitas para estar fuerte y vencer las ilícitas. Todo esto nos cuesta mucho trabajo. Pero así es el camino hacia el encuentro con Dios en el monte elevado, como dice el dicho popular: “el que quiera azul celeste, que le cueste”.

2. “Este es mi hijo muy amado, escúchenlo”. Los discípulos escucharon la voz del Padre que salía de una nube luminosa del cielo, Jesús escuchó la voz de los apóstoles que decían Señor que bueno es estar aquí. Los discípulos cuando cayeron rostro en tierra, escucharon la voz de Jesús que se acercó a ellos los tocó y les dijo: “Levántense y no teman”. En la cima del monte todos los protagonistas, hablan y escuchan. Todos los discípulos están invitados firmemente por el Padre a escuchar a su hijo Jesús en quien tiene puestas todas sus complacencias. No les pide que lo sigan contemplando en el resplandor de su rostro y de sus vestiduras. No les pide que lo vean, sino que lo escuchen, no les pide que se queden ahí felices en su compañía y en su experiencia mística, sino que lo escuchen. Para ser verdaderos discípulos no hace falta solo disfrutar su compañía resplandeciente, hace falta escucharlo para seguir sus pasos, escucharlo para practicar sus enseñanzas, escucharlo para seguir en el camino de la verdad, escucharlo solo a Él para no perderse en el camino. Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y más dichosos los que la ponen en práctica y más dichosos los que la comparten con sus hermanos.

3. “Levántense y no teman” Cuando se levantaron y alzaron los ojos los discípulos, ya no vieron a nadie más que a Jesús sólo. Ya no deben temer a lo que han visto y oído. Tampoco deben temer a lo que los espera abajo del monte en la llanura y en el valle, porque Jesús está con ellos y solo Jesús basta. No deben temer a la vida ordinaria, a los deberes rutinarios de todos los días sin fenómenos extraordinarios, porque Jesús sigue con ellos, aunque ya no lo vean. No deben temer a las fatigas y a las dificultades de la misión que les espera. No deben temer a las incomprensiones y a las persecuciones de la misión encomendada. El camino de la misión estará lleno de obstáculos y peligros, de fatigas e incomprensiones, pero al fin y al cabo Cristo estará siempre con ellos. No deben temer a salir de su propio territorio y aventurarse a llevar el mensaje de la buena nueva a otras tierras extrañas, lejanas y desconocidas, porque Jesús siempre estará con ellos con la fuerza y la luz del Espíritu Santo.

4. El camino sinodal tiene varias etapas. Hay momentos en que el camino se hace muy cuesta arriba y que requiere, esfuerzo y empeño para vencer la indiferencia, la soberbia y el aislamiento que no nos permiten caminar juntos. Hay momentos en que lo más importante es escucharnos todos, pero sobre todo escuchar al Espíritu Santo. A algunos se les facilita la escucha de sus hermanos. Otros no saben escuchar, porque creen que ya lo saben todo y que creen que ya nadie les puede enseñar nada. Sino aprender a escuchar, no pueden caminar juntos como iglesia. En otras etapas del camino hay que salir de nosotros mismos, de nuestros esquemas, de nuestra zona de confort para ir más lejos, para llegar a los alejados, para compartir la Palabra de Dios en otros ambientes extraños y en otras periferias geográficas, demográficas y existenciales.

 + Pedro Pablo Elizondo Cárdenas. L. C.

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Obispo de Cancún-Chetumal

rita

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