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CX Asamblea de la CEM: Mensaje al pueblo de Dios

CX Asamblea de la CEM: Mensaje al pueblo de Dios

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«Padre que todos sean uno» (Jn 17, 21)

Los obispos de México, reunidos en nuestra CX Asamblea Plenaria en el tiempo Pascual, confiando en Cristo Resucitado que trae luz y esperanza a nuestro caminar, entregamos estas palabras a nuestro amado pueblo mexicano ahora que estamos a punto de celebrar los doscientos años de la consumación de nuestra Independencia.

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Estamos viviendo tiempos muy complejos en México y el mundo entero; las graves situaciones provocadas por la pandemia han puesto en crisis nuestro sistema nacional de salud, nuestro sistema educativo, la seguridad de los mexicanos y la sana convivencia familiar que ha visto amenazados sus ingresos.

La recuperación del país se vuelve más compleja al encontrarnos en un período electoral que distrae la atención de los gobernantes y entorpece la aplicación de medidas que den respuesta a las necesidades urgentes del país: vemos con preocupación la creciente polarización de los discursos políticos; el alarmante índice de candidatos asesinados; regiones enteras bajo el yugo del crimen organizado; el maltrato a los migrantes y la militarización de las fronteras; la falta de cuidado de nuestra casa común; la amenaza contra las energías limpias; el escaso interés por el bien común y la verdad; las descalificaciones infundadas de las instituciones democráticas (INE) y los pocos acuerdos políticos que ayudarían a buscar juntos las respuestas que exigen estas graves amenazas.

En medio de estas crisis tan graves que atravesamos es preocupante que algunos legisladores estén más atentos a la promulgación de leyes influidas por la ideología de género que polarizan nuestra sociedad, en lugar de promover los valores que han sostenido nuestra nación como la familia, el respeto a la vida, la educación en valores cívicos y la libertad religiosa. Además, omiten estar atentos a que se cumplan las leyes en materia educativa, garantizando una educación no ideologizada, que asuma el diálogo con los padres de familia, maestros y expertos en la elaboración de los libros de texto.

JUZGAR.

Los obispos de México, reunidos en nuestra CX Asamblea Plenaria en el tiempo Pascual, confiando en Cristo Resucitado que trae luz y esperanza a nuestro caminar, entregamos estas palabras a nuestro amado pueblo mexicano ahora que estamos a punto de celebrar los doscientos años de la consumación de nuestra Independencia.

«Que todos sean uno» (Jn 17,21). Este es el deseo del Señor Jesús, que mantengamos la unidad: unidad en el esfuerzo por salir juntos de esta crisis; unidad en el compromiso por los más afectados en esta pandemia; unidad en la solidaridad para salir adelante más fortalecidos; y unidad en la voluntad por reconciliarnos y reconstruir el tejido social, superando las barreras que nos dividen. Estamos convencidos de que la polarización, la división, los intereses personales o partidistas no pueden prevalecer si queremos alcanzar la reconstrucción de nuestra Patria mexicana. Ni el mercado, ni los empresarios, ni la sociedad civil, ni el gobierno por sí solo pueden resolver esta crisis, es necesaria la colaboración de todos.

ACTUAR.

Urge colaborar juntos en la búsqueda de soluciones para enfrentar la emergencia sanitaria, familiar, educativa, económica y de seguridad: ¡no hay tiempo para divisiones ni descalificaciones! Hemos de aprender a dejar nuestros intereses egoístas, individuales o partidistas, para alcanzar un diálogo por el bien de todos los mexicanos. Hoy Cristo nos hace partícipes de recomenzar desde Galilea para edificar un mundo nuevo en el amor, la justicia y la paz; por eso hacemos un llamado:

A quienes nos gobiernan o aspiran a hacerlo, los invitamos a reflexionar en su papel fundamental en la promoción de acuerdos que ayuden a superar las crisis que estamos enfrentando. Las campañas que siembran división y polarizan la sociedad nunca serán un camino para el bienestar y la paz; tampoco ayudan las políticas públicas que atentan contra la dignidad de la persona, o contra el medio ambiente. El papa Francisco, invita a quienes ejercen algún cargo político a reflexionar que la pregunta al final de su vida no debería ser: «¿Cuántos me aprobaron; cuántos me votaron; cuántos tuvieron una imagen positiva de mí?”. Sino más bien: “¿Cuánto amor puse en mi trabajo; en qué hice avanzar al pueblo; qué marca dejé en la vida de la sociedad; qué lazos de paz construí; qué fuerzas positivas desaté; o cuánta paz social sembré?». (FT 197)

A los votantes los invitamos a ejercer su derecho al voto. Por eso les proponemos informarse lo más posible acerca de la persona y las propuestas que tiene el candidato para que las analicen desde su conciencia de modo que su voto sea libre, razonado y responsable, en coherencia con nuestros valores humanos y cristianos. No nos dejemos comprar por dádivas o condicionar por amenazas de ningún tipo, nuestro voto ha de ser libre y soberano.

A los empresarios y responsables del desarrollo económico les reconocemos su papel fundamental en la creación de empleos; al hacerlo los invitamos a no olvidar que su actividad productiva ha de tener como máximo valor la persona, el bien común y la urgencia de que sus acciones se realicen bajo una política sustentable cuidando nuestra casa común. En la búsqueda por recuperar el mercado perdido los exhortamos a no olvidar su compromiso social en la reconstrucción de nuestro país, pues hemos de reconocer que:

A las familias les expresamos nuestra empatía por las dificultades que han vivido en este año de confinamiento y nos unimos a su oración por el eterno descanso de sus familiares que han sido llamados por el Dios de la Vida.

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A los médicos, enfermeras y personal de apoyo, les manifestamos nuestro agradecimiento por su extraordinario servicio durante esta pandemia; y por habernos recordado la importancia de servir con amor.

A todos los maestros los felicitamos por su servicio generoso, esforzado y creativo durante esta época de pandemia. Los exhortamos a mantener el espacio educativo libre de la influencia de ideologías que atentan contra nuestra cultura y nuestros valores.

Los obispos de México abrazamos a todos los mexicanos y los invitamos a sumar esfuerzos para trabajar juntos no por un nacionalismo excluyente, sino por una unidad pluricultural mexicana y universal. Y a todos los católicos los exhortamos a fundamentar esta búsqueda de la unidad en el encuentro con Jesucristo y Santa María de Guadalupe, que desde 1531 marcó la identidad cultural y religiosa de los mexicanos y de manera especial acompañó el movimiento de independencia que se consumó hace 200 años. A ella nos encomendamos para que siga cubriendo con su manto maternal a nuestro querido pueblo de México.

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