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“El buen pastor lo da todo por sus ovejas”: mensaje dominical

“El buen pastor lo da todo por sus ovejas”: mensaje dominical

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Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas- Obispo de la Diócesis de Cancún-Chetumal

1.Yo soy el buen pastor. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, Jesucristo nuestro Señor, es el Buen Pastor, que literalmente, entregó su vida hasta el último suspiro, muriendo en la cruz. Su pasión, muerte y resurrección fue el modo más impactante y contundente de dar la vida por sus ovejas, y la dio con todo el amor infinito de su corazón divino. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.

A Cristo, le tocó dar la vida en la cruz, a nosotros nos toca dar la vida en el día a día, en el servicio y en el pastoreo de cada oveja. Cristo culminó la entrega de su vida, en el sacrificio de la cruz, pero ya la había dado a lo largo de toda su existencia. Siempre buscaba hacer el bien; curar a los enfermos, liberar a los cautivos, alimentar a los hambrientos, abrir la vista a los ciegos, anunciar la salvación a los pobres. El culmen de su entrega fue la cruz, pero toda su vida, había sido una entrega total de sí mismo a los demás. No pensaba en sí mismo, no se buscaba a sí mismo, no buscaba su propio interés.

Dar la vida para Jesús era ser para los demás, hacer algo más por los demás, estar siempre al pendiente de los demás, especialmente de aquellos que estaban más abandonados, más vulnerables, más necesitados. Para el Buen Pastor, dar la vida, es conocer a sus ovejas personalmente, cuidar de ellas de día y de noche, curar las enfermas, fortalecer a las débiles, rescatar a las descarriadas y estar siempre con ellas. El Buen Pastor, va siempre delante de las ovejas, para darles ejemplo y conducirlas a buenos pastos, a veces va en medio de ellas, para detectar sus penas, sus dolores, sus enfermedades y su estado de ánimo. El Buen Pastor también va detrás de las ovejas del rebaño para que ninguna se queda rezagada o se pierda en el camino, así es como el Buen Pastor da la vida por sus ovejas.

Yo soy el buen pastor. El Buen Pastor da la vida por sus ovejas, Jesucristo nuestro Señor, es el Buen Pastor, que literalmente, entregó su vida hasta el último suspiro, muriendo en la cruz. Su pasión, muerte y resurrección fue el modo más impactante y contundente de dar la vida por sus ovejas, y la dio con todo el amor infinito de su corazón divino. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. A Cristo, le tocó dar la vida en la cruz, a nosotros nos toca dar la vida en el día a día, en el servicio y en el pastoreo de cada oveja. Cristo culminó la entrega de su vida, en el sacrificio de la cruz, pero ya la había dado a lo largo de toda su existencia. Siempre buscaba hacer el bien; curar a los enfermos, liberar a los cautivos, alimentar a los hambrientos, abrir la vista a los ciegos, anunciar la salvación a los pobres. El culmen de su entrega fue la cruz, pero toda su vida, había sido una entrega total de sí mismo a los demás. No pensaba en sí mismo, no se buscaba a sí mismo, no buscaba su propio interés. Dar la vida para Jesús era ser para los demás, hacer algo más por los demás, estar siempre al pendiente de los demás, especialmente de aquellos que estaban más abandonados, más vulnerables, más necesitados. Para el Buen Pastor, dar la vida, es conocer a sus ovejas personalmente, cuidar de ellas de día y de noche, curar las enfermas, fortalecer a las débiles, rescatar a las descarriadas y estar siempre con ellas. El Buen Pastor, va siempre delante de las ovejas, para darles ejemplo y conducirlas a buenos pastos, a veces va en medio de ellas, para detectar sus penas, sus dolores, sus enfermedades y su estado de ánimo. El Buen Pastor también va detrás de las ovejas del rebaño para que ninguna se queda rezagada o se pierda en el camino, así es como el Buen Pastor da la vida por sus ovejas.

2. Buenos y malos pastores. Dar la vida por las ovejas, es conocerlas, compadecerse de ellas, cuidarlas y sentirse siempre comprometido con ellas, eso es lo que hacen los buenos pastores, pero los malos pastores no se comprometen ni se interesan por la salud y el bien de las ovejas, cuando ven venir al lobo, abandonan las ovejas y huyen, porque no les importan las ovejas, sino su propio interés y su propia ganancia.

Dice san Agustín, que los malos pastores buscan la leche de las ovejas y la lana, es decir, el honor y la ganancia material. Los malos pastores, son cobardes porque no se atreven a jugarse ni la vida, ni la fama, ni sus propios bienes por la salud y el bien de las ovejas. Los buenos pastores, se lo juegan todo por las ovejas, lo dan todo por las ovejas, están dispuesto a sufrirlo todo por las ovejas, no se cansan de cuidar a las ovejas. Su satisfacción y su ganancia es la vida y el bien de las ovejas, los buenos pastores, detectan los peligros que amenazan a sus ovejas y son capaces de arriesgarlo todo para salvar a sus ovejas.

3. Todos somos pastores. Estamos acostumbrados a aplicar espontáneamente esta palabra del evangelio a los pastores eclesiásticos: obispos, sacerdotes, consagrados; pero en realidad, esta palabra se aplica a todos los líderes, dirigentes, que tienen el encargo de custodiar a sus hermanos. Todos somos pastores: los padres de familia, los maestros, los servidores públicos; todos estamos llamados a pastorear las ovejas que el Señor nos encomienda, si queremos ser buenos pastores, ahí tenemos el modelo muy claro y definido, dar la vida por las ovejas es el distintivo y el sello inconfundible del Buen Pastor, darlo todo por amor, en el cuidado de las ovejas, como dice San Pablo: Cristo murió y resucitó, para que los que vivimos ya no vivamos para nosotros mismos sino para él que por nosotros murió y resucitó y para servir a nuestros hermanos.

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El buen pastor, no vive para sí, vive para sus ovejas. Sigamos el ejemplo del Buen Pastor y pidamos al Señor que envíe buenos pastores a su rebaño. Hoy celebramos la Jornada Mundial de oración por las vocaciones. No nos cansemos de pedir al Señor buenos y numerosos sacerdotes, buenos pastores que den la vida por sus ovejas; apoyemos al Seminario de nuestra nueva Diócesis, con oraciones y colaboraciones para que siga creciendo, floreciendo y dando los frutos sacerdotales, que esta bendecida nueva Diócesis tanto necesita. Así sea.

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