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El hombre planta la semilla, pero Dios es el que da el incremento

El hombre planta la semilla, pero Dios es el que da el incremento

“El hombre planta la semilla

El mensaje para este domingo 13 de junio es: “El hombre planta la semilla, pero Dios es el que da el incremento”

1.-Cuando Dios crea la creatura del ser humano, lo hace diferente a las demás creaturas; porque lo hace su socio en la creación, capaz de colaborar en la obra de la creación. Lo hace co-creador con él, “creced y multiplicaos y dominad la Tierra”. Le encomendó continuar la creación, le encomendó que siguiera creando lo que él ya había creado, cultivándolo, mejorándolo; el hombre planta, cultiva, y Dios colabora con el hombre haciendo que crezca, haciendo que esa planta se desarrolle y dé fruto abundante.

2.-Dios y el hombre son socios en la obra del Reino de Dios, que es Reino de santificación, Reino de evangelización, de justicia y de paz. En la obra de la santificación de nuestras almas, él nos da la gracia, pero nosotros tenemos que corresponder a esa gracia, acoger esa gracia y hacer que la gracia no sea estéril en nuestras almas, sino que produzca todo el fruto que está llamado a producir. Él quiere santificar nuestras almas, pero nuestras obras las hacemos junto con Él.

Tenemos que colaborar con esa gracia para producir las obras de la gracia que son las virtudes. Secundar la gracia, secundar la obra del Espíritu Santo eso es lo que nos toca. Él nos inspira, pero a nosotros nos toca seguir sus inspiraciones. El Espíritu Santo nos impulsa a hacer las obras de misericordia, pero a nosotros nos toca hacer esas obras de misericordia. El Espíritu Santo es fuego que enciende el corazón para que nosotros con ése corazón encendido llevemos a feliz término la culminación de las obras del amor.

“El hombre planta la semilla, pero Dios es el que da el incremento”
“El hombre planta la semilla, pero Dios es el que da el incremento”

3.-En la obra de la evangelización, le toca el hombre aventar la semilla de la palabra en las diferentes tierras de los hombres. Avienta la Palabra en las tierras duras como las del camino donde luego tal vez esa semilla no penetra y vienen los pájaros y se la comen. Hecha la Palabra de Dios en tierra llenas de piedras que no le dejan enraizar. Avienta la Palabra, la semilla de la Palabra de Dios en tierras llenas de hierbajos que le ahogan y no la dejan crecer; pero también avienta la Palabra de Dios en tierras buenas que producen el ciento por uno el treinta, el sesenta, el setenta.

No debemos cansarnos los evangelizadores de sembrar y sembrar en las diferentes tierras con la gran esperanza de que esa semilla producirá el fruto abundante siempre y cuando esa tierra le permita desarrollarse. La Palabra de Dios es poderosa, es viva y es eficaz; es como la lluvia que cae en la tierra y no vuelve al cielo sino después de fecundar, ahí está el poder de la palabra que crece por sí misma porque Dios es el que da el incremento. Tener la esperanza que siempre la potencia de Dios vencerá todos los obstáculos y logrará el crecimiento y la fecundidad de la Palabra.

 

Dios nuestro que siembras a manos llenas en nuestros corazones la semilla de la verdad y de la gracia, concédenos acoger con humilde esperanza tu palabra y cultivar con paciencia evangélica el grano que tú has sembrado de nosotros para que produzca la cosecha abundante que tú esperas de nosotros. Amén, así sea.

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Por Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas 

Obispo de la Diócesis de Cancún-Chetumal

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