“La noche de las ánimas”
El Juglar presenta “Festival de Terror” (4)
— El parcero colombiano William Blackthorn, creador de la Hermandad Literaria de Essin recrea la celebración de Día de Muertos con una interesante narración.
Por William Blackthorn
La luna llena iluminaba el cementerio con un resplandor plateado, proyectando sombras largas y misteriosas sobre las tumbas. El aire estaba cargado de aromas extraños pero exquisitos, y el sonido de las hojas secas crujía bajo los pies de los visitantes. Era el Día de Muertos, y la familia García había venido a honrar a sus seres queridos.
La abuela, doña Elena, se acercó a la tumba de su esposo, don Pedro, con una sonrisa triste. Colocó un ramo de flores en la tumba y encendió una vela cuya llama bailaba por el viento.
— Hoy es tu día, Pedro —susurró—. Te extraño mucho.
Mientras tanto, los niños, Juan y Sofía, jugaban entre las tumbas, riendo y persiguiéndose. De repente, escucharon un ruido extraño. Se detuvieron y miraron alrededor, pero no vieron nada.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Sofía.
— Probablemente fue el viento —respondió Juan.
De pronto, una figura apareció ante ellos. Era un anciano con un sombrero de palma y una sonrisa cálida en el rostro.
— Buenas noches, niños —dijo—. ¿Qué hacen aquí tan tarde?
— Estamos celebrando el Día de Muertos —respondió Juan—. Venimos a visitar a nuestros seres queridos.
El anciano asintió con la cabeza.
— Ah, sí. Es un día especial. Un día para recordar a aquellos que se fueron, pero también para celebrar su vida.
Mientras hablaban, la familia García se reunió alrededor de la tumba de don Pedro. Doña Elena comenzó a contar historias sobre su esposo, y los niños se rieron y se emocionaron con las anécdotas. El anciano se unió a ellos, compartiendo sus propias historias y recuerdos.
A medida que la noche avanzaba, el cementerio se llenó de luces y risas. Las ánimas de los seres queridos comenzaron a aparecer, sonriendo y saludando a sus familiares. Don Pedro se acercó a su familia, y doña Elena lo abrazó con fuerza.
— Te amo, Pedro —dijo ella.
— Te amo, Elena —respondió don Pedro, aunque solo ella podía escucharlo.
La noche se pasó volando, y cuando el sol comenzó a salir, las ánimas se despidieron. El anciano desapareció en la niebla matutina, dejando a la familia García con una sensación de paz y alegría.
— Gracias por venir, Pedro —dijo doña Elena, sonriendo.
La familia se fue del cementerio, sabiendo que sus seres queridos siempre estarían con ellos en sus corazones y en la memoria. Y mientras caminaban, el sonido de las hojas secas crujiendo bajo sus pies se convirtió en un susurro suave, uno que parecía decir:
— Estoy aquí.

Reseña
William Blackthorn, oriundo de Bomboná, municipio de Consacá, al suroeste de Colombia. Su amor por la escritura se desarrolló a sus quince años, empezando por novelas de fantasía épica, derivadas de la inspiración de Tolkien y de videojuegos de la misma temática. Ha dado a conocer su talento en su muro personal de Facebook con cuentos, poemas y novelas cortas que sube por capítulos, destacando “Criselda Hopkins”, “Nemo”, “Entre bestias y sombras”, “Cenizas de Hielo”, “La Reina de la Eterna Oscuridad”, “Donde arde la Fe” y “El horror en dos patas.
