Y SIGUEN LAS MENTIRAS
Por: Vladimir Galeana Solórzano
No me cansaré de seguir señalando que la tragedia de Acapulco pudo haberse evitado, porque el Presidente de la Republica, Andres Manuel Lopez Obrador, fue alertado dieciocho horas antes por los especialistas de Estados Unidos de lo que podría ocurrir, y sin embargo se quedó callado, por lo que se ha convertido en un asesino pasivo que le ha costado muchas vidas al pueblo guerrerense.
Bien señalan los especialistas que cuando la mentira se convierte en algo patológico y recurrente, como lo hemos observado durante mucho tiempo en las conferencias mañaneras, esa adicción que tiene y mantiene el inquilino de Palacio Nacional, no es otra cosa que un estado de mentira patológica y recurrente que hasta ahora le ha hecho un considerable daño al país y a los mexicanos.
Todos mentimos de forma ocasional por diversas razones, ya sea para evitar un conflicto, cuando no queremos dar información personal, o pretender cuidar esa deseabilidad social para dar una imagen positiva de uno mismo. Para Andres Manuel Lopez Obrador curiosamente le causa riesgo decir la verdad, pero las mentiras simplemente lo ayudan a escapar de esas sensaciones de no afrontar nuestra realidad colectiva. Baste recordar aquello del servicio médico como en Dinamarca, y nuestra realidad es el desastre.
Cuando la mentira se convierte en algo patológico y recurrente, y causa una gran interferencia en la vida de la persona, estamos hablando, según los especialistas, de un proceso de mitomanía. Que no es otra cosa que la adicción a la mentira patológica compulsiva. En cualquier democracia, pero sobre todo en los países más avanzados, existen mecanismos de control que en ocasiones pueden alcanzar decisiones drásticas, es decir, el alejamiento de la responsabilidad pública.
De acuerdo a las palabras presidenciales, este día debieron estar funcionando tres mil cuartos de hotel en Acapulco, pero si alcanza la suma de seiscientos cuartos será una hazaña. Bien dicen por ahí que las metas no se alcanzan por decreto, y eso le ha ocurrido al inquilino de Palacio Nacional con sus constantes mentiras, como lo ha sido la refinería de Dos Bocas, que hasta ahora no ha refinado siquiera un barril de petróleo, o el afamado Tren Maya, o su superfarmacia.
El mitomano de Palacio Nacional es lo peor que le pudo haber pasado a este país, y la continuidad que está buscando a través de Claudia Sheimbaun no es otra cosa que terminar de esconder todo lo que se ha robado. Así de simple nuestra lamentable nuestra circunstancia desde que decidimos llevar al poder a uno de los más grandes pillos de estos tiempos. Ni que decir.