Siguen las andanzas del Clan de Palacio
Nunca antes vimos algo igual. Nunca antes se robaron los caudales públicos con tal desfachatez como lo han venido haciendo los hijos del Presidente de la Republica y sus principales compinches. Nunca antes la malandronería se convirtió en cinismo, y además se hizo del conocimiento de la mayor parte de los mexicanos de todas las latitudes de este aún maravilloso país.
Nunca antes un Mandatario se quitó la máscara de la decencia para convertirse en un pillo de siete suelas y robar todo el tiempo sin el menos pudor como hasta ahora lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador. Nunca antes un enfermizo mitómano llegó al poder con tanta desfachatez, ala vez que engañaba a un pueblo que le creyó que estaba destinado para cambiar el rumbo del país.
Nunca antes un mitómano engaño a un país de más de ciento veinte millones de habitantes sin que hubiera consecuencias. Nunca antes los hijos de un Presidente de la Republica se convirtieron en socios de uno de los carteles más afamados y que mayores daños ha causado en el mundo, y que hasta ahora ha sido uno de los principales enemigos de Estados Unidos, quienes ante la pasividad del inquilino de Palacio Nacional solamente esperan la oportunidad de incriminarlo y encarcelarlo.
Nunca antes este país había sido mancillado de la forma en que lo ha venido haciendo Andrés Manuel López Obrador, manteniendo a los miembros del Ejército a raya porque los ha hecho cómplices de sus ligas con el crimen organizado. Nunca antes un General había sido tan mendigo que aceptara dinero mal habido del crimen organizado y el narcotráfico para comprarse un departamento de treinta y dos millones de pesos en la zona más cara de la Ciudad de México.
Nunca antes la descendencia de un Presidente se había involucrado tanto en la toma de decisiones en los que el dinero ha sido el principal motivo como lo han hecho esos a los que el vulgo ha llamado “Trivagos”, porque nunca han trabajado, pero ahora gozan de una inmensa riqueza que han acumulado al cobijo de la sombra de su padre y los negocios que han estado manejando en las obras insignias del gobierno en turno.
Nunca antes el cinismo se junto a la malandronería para realizar costosas obras con la finalidad de convertirlas en varios y jugosos negocios, con una desfachatez que nadie antes había detentado, y que dispusieran de la consolidación de una enorme fortuna a través del jugoso negocio en que han convertido el afamado Tren Maya, que por cierto sigue siendo un brutal fracaso pese al dinero que se ha invertido con el dinero de los mexicanos. Malditos aquellos que nos engañaron, y malditos aquellos que nos han robado. Así de simple. Al tiempo.