Periodistas, negra historia
Triques
El gremio periodístico en México sufrió la censura de las autoridades. La Secretaría de Gobernación dictaba las líneas editoriales, quitaba y ponía columnistas y colocaba también opinadores en los medios que cobraban en las oficinas de Bucareli.
Los periodistas fueron marionetas del gobierno, a cambio de un sueldo que distribuían en las diferentes dependencias de gobierno de acuerdo a las fuentes informativas y el trato que daban los redactores a los boletines emitidos en esas oficinas.
En cada secretaría había personal que supervisaba que los reporteros no se salieran de los lineamientos que dictaban las oficinas de gobierno, de hacerlo eran amonestados y si la rebeldía persistía eran despedidos de sus periódicos por orden de la burocracia que controlaba la nómina de los medios, porque compartían la manutención de los periodistas.
Así los medios podían pagar poco a los reporteros y el resto del gasto era subsidiado por las oficinas de gobierno. Muchas veces los pagos del gobierno eran superiores al salario base del periodista, a quienes ponían a pelear para evitar que se unieran, otorgando titularidad de fuentes importantes o bien poniéndolos a competir por más cantidad de publicidad o menor porcentaje de ganancia en la venta de espacios.
A cambio los reporteros gozaban de cierta impunidad al igual que sus familias., Ellos podían violar la ley cuantas veces quisieran porque tenían amigos incrustados en la burocracia, que los liberaban si conducían borrachos incluso si atropellaban a alguien. Además, tenían garantizado el ingreso de sus hijos a la UNAM y el Politécnico, bastaba con pedir el favor a la dependencia indicada para lograrlo.
En alguna ocasión, un reportero de un vespertino pateó a una indígena en la espalda, donde cargaba la mujer a su bebé matándolo del golpe. El castigo nunca existió. El delito de la señora fue vender en la calle verduras y semillas. El bulto apenas se notaba porque el bebé era muy delgado y por lo tanto frágil.
Los reporteros con más antigüedad en las fuentes tenían derecho a ser seleccionados por el Infonavit para obtener vivienda, o regalo de terrenos o casas de interés social que no se sorteaban sino que les eran entregadas directamente. A los de la fuente policiaca, que debían decir lo que comandante y generales dictaban les regalaban centenarios y el Negro Durazo regalaba cocaína a los comunicadores y terrenos en el sur de la ciudad a sus consentidos. Claro, debía decir que él era el mejor policía del mundo.
Sr periodista tenían sus privilegios, que ahora muchos de los reporteros extrañan, porque cambiaban su vocación por el esclavismo, la sumisión, y hasta la burla de los funcionarios del pasado. Admitían los regaños y castigos de los funcionarios públicos como si fueran sus hijos, su actitud sumisa era similar a la de esclavos de la palabra y de la distorsión de la verdad, condición que muchos siguen practicando porque les es más lucrativo que decir la verdad.
La fusión entre propaganda e información era difícil distinguir y el poder de periodistas y funcionarios públicos rebasaba la legalidad diariamente. Producto de esa cotidianeidad corrupta y antisocial surgen los llamados líderes de opinión, que eran los reporteros que más tiempo se mantenían en una fuente y por ese simple hecho, se convertían en expertos en economía y finanzas, en salud, en educación, en agricultura, en el Ejército, etc.
Así, los periodistas terminaron por sentirse funcionaros públicos y éstos en expertos comunicadores porque dictaban los lineamientos de la información que debían difundir sus esclavos. La revoltura fue tal que ahora son los periodistas quienes censuran a los funcionarios públicos, incluyendo al Presidente de la República, porque no conviene que los desenmascare y atente contra sus intereses enquistados en la complicidad entre informadores y viejos políticos.
De esa relación cómplice vienen muchos de los reporteros del presente y los medios siguen si n pagar salarios justo y dignos porque se les quedó la costumbre que deben buscar el subsidio o la publicidad para darles una comisión que complemente el gasto de los periodistas.
Muchos de esos periodistas recibieron el Premio Nacional de Periodismo que primero otorgaba la Secretaría de Gobernación y luego se “ciudadanizó” al igual que el INE, con una clara injerencia del gobierno agrio y vetusto de los viejos vicios. Así se condecoraba la incondicionalidad y la sumisión de reporteros, columnistas, caricaturistas, y opinadores de la realidad mexicana, a los que se les permitía todo, menos decir la verdad.
Producto de esos vicios y corruptelas surgen los líderes de opinión, los chayoteros que se dicen poseedores de la vedad y que adoptan la censura como parte de su vocación castrante y autoritaria.