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La operación salvamento y consuelo de priístas en Quintana Roo.

La operación salvamento y consuelo de priístas en Quintana Roo.

Javier Chávez Ataxca

Si algo ha servido de inútil consuelo al priismo en su pesadilla de largo aliento, detonada en 2016 por su gobernador Beto Borge, es la operación salvamento emprendida por un puñado de sus figuras reacomodadas en Morena, Verde y Movimiento Ciudadano. Quizá sean 30, protagónicas, visibles y otras no tanto.

Los diputados federales Mildred Ávila Vera y Juan Luis Carrillo Soberanis son botones de muestra, ella en Morena y el exalcalde de Isla Mujeres en el Verde. 𝐎𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐡𝐚𝐧 𝐬𝐚𝐥𝐢𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝟒𝐓, 𝐞𝐧 𝐮𝐧𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐚 𝐣𝐮𝐠𝐚𝐝𝐚, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐬 𝐞𝐥 𝐜𝐚𝐬𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐞𝐱𝐝𝐢𝐩𝐮𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐟𝐞𝐝𝐞𝐫𝐚𝐥 𝐉𝐞𝐬ú𝐬 𝐏𝐨𝐨𝐥 𝐌𝐨𝐨, 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐫𝐞𝐠𝐢𝐝𝐨𝐫 𝐩𝐥𝐮𝐫𝐢𝐧𝐨𝐦𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐞𝐧 𝐂𝐚𝐧𝐜ú𝐧 con la casaca del Movimiento Naranja. Pero podría estar mucho mejor.

En otra zona, el exdirigente priista Raymundo King de la Rosa participa en la construcción de otra fuerza partidista: Somos MX. Raymundo fue el “bro” de Beto Borge, quien además lo hizo diputado federal y local. Ahora intenta resurgir, mientras Chanito Toledo —delfin de Beto Borge en la batalla de priistas por la gubernatura— anda extraviado como regidor en Playa del Carmen.

La chetumaleña Mary Hadad ya está en el equipo de la gobernadora Mara Lezama. 𝐌𝐚𝐫𝐲 𝐟𝐮𝐞 𝐜𝐚𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚𝐭𝐚 𝐚 𝐥𝐚 𝐚𝐥𝐜𝐚𝐥𝐝í𝐚 𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐚𝐥𝐢𝐧𝐚 𝐲 𝐚𝐛𝐚𝐧𝐝𝐨𝐧ó 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨, 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐟𝐮𝐧𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐫𝐞𝐠𝐢𝐝𝐨𝐫𝐚.

Los priistas más sobresalientes decidieron abandonar su partido porque sienten que ya no tiene remedio, como un paciente desahuciado por todos los especialistas. 𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐞𝐜𝐞𝐧 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞𝐧 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐢𝐜𝐜𝐢ó𝐧, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐱𝐠𝐨𝐛𝐞𝐫𝐧𝐚𝐝𝐨𝐫𝐞𝐬 𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐁𝐨𝐫𝐠𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐭í𝐧, 𝐉𝐨𝐚𝐪𝐮í𝐧 𝐇𝐞𝐧𝐝𝐫𝐢𝐜𝐤𝐬 𝐃í𝐚𝐳 𝐲 𝐅é𝐥𝐢𝐱 𝐆𝐨𝐧𝐳á𝐥𝐞𝐳 𝐂𝐚𝐧𝐭𝐨, estos últimos dirigentes estatales del expartidazo.

Pero ya están afuera los priistas que disfrutaron sus últimos años de esplendor y se quedan los que en verdad quieren al partido, por lo que prefieren hundirse con el Pritanic. Su dirigente estatal Cora Amalia Castilla Madrid es el mejor ejemplo, pero la exalcaldesa capitalina sabe que las posibilidades del PRI son mínimas y pese a ello se ha puesto el overol para reanimar al paciente, persiguiendo el milagro bíblico.

A nueve años de su caída, el PRI no tiene figuras de peso para ir a la reconquista de la gubernatura, presidencias municipales y diputaciones locales y federales. Su mejor opción es ir de la mano con el PAN, para hacer más digna su derrota.

En 2022 el PRI fue enviado al sótano, con Leslie Hendricks Rubio como candidata a la gubernatura. En ese combate el PRI no formó alianza con PAN y PRD para postular a la exalcaldesa de Puerto Morelos desprendida del Verde: Laura Fernández Piña.

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𝐂𝐨𝐫𝐚 𝐀𝐦𝐚𝐥𝐢𝐚 𝐞𝐬𝐭á 𝐡𝐚𝐜𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐨, 𝐦𝐚𝐧𝐢𝐨𝐛𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐨 𝐩𝐨𝐜𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐮 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐥𝐞 𝐯𝐚 𝐚 𝐚𝐥𝐜𝐚𝐧𝐳𝐚𝐫 𝐬𝐢 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐪𝐮𝐞𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐢𝐢𝐬𝐦𝐨 𝐧𝐨 𝐫𝐞𝐚𝐜𝐜𝐢𝐨𝐧𝐚 y no dice “esta boca es mía” en las contadas regidurías y con su exalcalde playense Filiberto Martínez Méndez, su único diputado plurinominal y más crítico del PRI corrupto que los mismos morenistas, como se dejó ver en el reciente informe de Mara Lezama.

𝐋𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐢𝐢𝐬𝐭𝐚𝐬 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐫𝐝𝐞𝐫 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐠𝐢𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝟐𝟎𝟐𝟕 𝐬𝐢 𝐧𝐨 𝐬𝐞 𝐚𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐧, y con su postura blandengue están haciendo ojitos a ese destino.

Javier Chávez Ataxca


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