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¿Es redituable ser buena persona?

¿Es redituable ser buena persona?

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SIN TITUBEOS

Cuando era pequeño, recuerdo claramente que mi señora abuela, Martha Anguiano viuda de Benitez (como solía decir con mucho orgullo), tenía algunas frases importantes de esas que suele decirle reiteradamente una abuela a sus nietos en tono de regaño, pero que con el paso del tiempo las recordamos con mucho cariño.

“Te pueden correr de cualquier trabajo por bruto o flojo, pero nunca deben hacerlo por ser ladrón” o aquella muy buena que me decía cuando tenía el temor de que pudiera andar con malas compañías: “no porque andes en el lodo significa que te tengas que ensuciar también”. Pero creo que al final todo lo que ella me aconsejaba se podría resumir en una frase que también me llegó a expresar: “es importante ser una buena persona”.

Es una frase potente, que en México tiene muchos significados por la forma en la que vivimos nuestro día a día. Pero en realidad ¿qué significa ser una buena persona?…y ¿realmente se puede vivir como una buena persona en el país en el que se dice que ‘quien no tranza no avanza’? ¿en donde ‘al que parte y reparte le toca la mayor parte’ o en el que ‘al ladrón que roba a otro ladrón le dan 100 años de perdón’?

La respuesta es SÍ. Es más, no sólo se puede, sino que es estrictamente necesario serlo, sin ninguna duda y sin ningún tipo de remordimiento o vacilación. Pero…¿qué es ser una buena persona? Para mí sólo puede significar una sola cosa: nunca hacer algo que tenga como fin lastimar al prójimo. En pocas palabras, para ser buena persona hay que tener la capacidad de amar.

A lo largo de nuestra vida vamos tomando decisiones en cada momento a medida que las oportunidades se nos van presentando, y en muchas ocasiones sentiremos la tentación de aprovecharnos de los demás, engañarles, robarles, chantajearles o utilizar las circunstancias a nuestro favor para sacar algún provecho. Lo que a veces no meditamos, es que en nuestros actos no sólo estamos favoreciéndonos de manera egoísta, sino que vamos dejando una estela de dolor, resentimiento, ira, tristeza y decepción en aquellos de los que nos aprovechamos.

El ser una buena persona, es vivir nuestra vida de tal manera que busquemos la manera de salir adelante sin lastimar a los demás, y en cambio, procurar ser fuente de felicidad, confianza y honestidad, con uno mismo y para los demás. Cuando con nuestros actos pensamos en ayudar a los demás y sumar para un objetivo en común de manera sincera, no solo estamos haciéndole un bien a los que nos rodean, sino también a nosotros mismos. Creo que esa es la fuente de la verdadera felicidad.

Es difícil ser una buena persona, y muchas veces el camino fácil nos tentará y nos alumbrará con el brillo de cosas que parecen ser de oro, pero que resultan ser espejos que reflejan nuestro propio egoísmo y vanagloria. Es bonito por fuera, pero oscuro por dentro. Está vacío.

Pero si en cambio en nuestro entorno familiar, laboral y en nuestros negocios y proyectos se encuentra siempre el deseo de ayudar a los demás, sentirás que se abren las puertas de par en par…porque al final uno siempre recibirá lo que está dando, ni un poco menos, pero sí muchísimo más.

En realidad no sé porque estoy escribiendo esto, en este preciso momento. Quizás sólo me quedé sin nada que contarle, pero a veces, sólo algunas veces, cuando estoy tomando el fresco en algún buen café y con un atardecer hermoso como los que abundan en nuestra ciudad, comienzo a sentir algo extraño dentro; siento nostalgia de viejas sonrisas y personas que ya no están y me place escribir de cosas que están por encima de la política y de los negocios.

Pero sabe, creo que no está del todo mal sentarse a meditar y hacer una parada para voltear la mirada atrás. Y usted y yo sabemos muy bien lo que le urge a nuestro estado, a México y al mundo entero, que cada vez haya muchas más buenas personas. Que nuestros empresarios, maestros, doctores, agricultores, campesinos, estudiantes y, sobre todo, gobernantes, sean buenas personas y que sus actos se vean iluminados por una luz que vaya más allá de ellos mismos y del grupo al que pertenecen.

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No deje de intentarlo, nunca deje pensar en cómo ayudar a los demás. Siempre sea una buena persona. Siempre ame. Ame mucho y sin límite, porque allá se encuentra la verdadera felicidad.

Y por último, gracias Mamá Martha, ya no estás, pero gracias por amar tanto y ser tan buena persona. Mira, nunca me han despedido de ningún lado por ladrón…hiciste un buen trabajo.

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Roberto Ojeda

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