Alianza PRI-PAN-PRD, bajo la gestión de Coparmex y el neoliberalismo salinista
CARLOS RAMÍREZ / INDICADOR POLÍTICO
Los posicionamientos políticos e ideológicos de las fuerzas políticas legislativas para las elecciones de junio próximo encuentran su escenario en la disputa por la definición de proyectos de gobierno. Como ocurrió en 1976, 1981 y 1995, el factor de poder partidista no se encuentra en las jibarizados partidos políticos, sino en el sector empresarial como locomotora de la alianza PAN-PRI-PRD.
En este sentido, las elecciones van a mostrar una lucha entre el modelo neoliberal salinista de Coparmex con el PRI-PAN-PRD contra la propuesta de reconstrucción del Estado y su rectoría como bandera de Morena del presidente López Obrador. En la realidad, la alianza opositora no tendría en mente –aunque viene asociada a su modelo– la restauración del esquema de corrupción, sino que se trata del modelo económico de desarrollo neoliberal de mercado de Carlos Salinas de Gortari.
La configuración ideológica de los grupos dominantes dentro de los tres partidos están identificados con el neoliberalismo salinista: el PRI con los resabios de la segunda ola reformadora del Tratado comercial que consolidó el presiente Peña Nieto con el manejo del PAN de la Cámara de Diputados y el PRD de Los Chuchos avalando los retrocesos sociales; el PAN con las mismas fuerzas promotoras de la economía de mercado que lo consolidaron como el partido Manuel J. Clouthier y de la alternancia en el 2000 para consolidar el Tratado que amenazaba el PRI estatista de Manuel Bartlett y Roberto Madrazo; y el PRD de Los Chuchos hoy en la lógica de un dialogo ideológico contemporizador con el liberalismo político que no es otra cosa que la expresión de una alianza histórica con el neoliberalismo económico de mercado.
Ni en la alianza PRI-PAN-PRD-Coparmex ni en Morena existe ninguna oferta de reorientación del país hacia la reconstrucción de una verdadera democracia ni en la construcción de una república de leyes e instituciones. Los candidatos de la alianza opositora van a soslayar la posibilidad de cederle sus espacios a la sociedad civil que ha ido apartando Morena de los espacios del Estado, porque se trataría de liderazgos sociales comprometidos con la democracia y el enfoque de república.
La parte sustancial de la alianza opositora se perfila en la irrupción en política partidista y legislativa del enfoque de mercado del sector empresarial. No debe perderse de vista que en la alianza Va Por México se han visibilizado en lucha partidista figuras y organizaciones de la derecha empresarial, desde Claudio X. González hasta la Unión Nacional de Padres de Familia y los panistas-empresariales.
Del lado de Morena van a repetir muchas de las figuras que llegaron con López Obrador a las elecciones de 2018 representando a organizaciones sociales de masas y de bases u organizaciones expriístas que ya no tuvieron cabida en el PRI salinista neoliberal. El eje de la propuesta lopezobradorista se centra en la reconstrucción del Estado como rector del desarrollo y la contrarreforma a las reformas neoliberales de Peña Nieto, aunque condicionado a una gran reforma interna del presupuesto público y a salirse de la dependencia de sectores asistencialistas.
Lo malo de la competencia electoral de junio próximo radica en el hecho de que el fondo de la disputa no se ha hecho visible y el bloque político-empresarial opositor lo ha centralizado en la figura del presidente López Obrador, lo que podría ser un acierto si logra una cohesión de bases y grupos hasta ahora dispersos y capturados por el poder o un error vis a vis el consolidado margen de aceptación.