Mentir es corrupción
Triques
Los periodistas se quejaban hace algunos años de que los políticos tenían la piel muy delgada porque nadie podía cuestionarlos. Ahora, los políticos muestran que quienes tienen la piel muy delicada son los periodistas, sobre todo aquellos que fueron privilegiados por los regímenes anteriores, y socios de sus funcionarios públicos, los comunicadores tenían información de primera mano y sueldos injustificadamente altos, como podemos apreciarlo desde ahora.
Se dice continuamente que México es el segundo país del mundo donde es un riesgo ser periodista, pero pocos reconocen que México tiene el primer lugar mundial en periodistas corruptos y éstos son los que provocan las muertes de quienes no lo son. Porque los intereses ilícitos buscan en los medios que todos sean deshonestos, de otra manera quieren obligarlo a serlo so pena de desaparecerlo.
Para los delincuentes todos los periodistas debieran ser corruptos para garantizarle impunidad y limpiar su imagen, incluyendo, sobre todo a funcionarios públicos de regímenes pasados, no se les responsabiliza de las muertes de los periodistas, pero sí se les implica en que representan para ellos una piedra en el zapato permanentemente.
No puede hablarse con precisión del periodismo en México sin la contundente y vergonzosa verdad de que son muy corruptos una parte de los comunicadores y muchos de ellos han mostrado su debilidad públicamente; sin embargo, el ansia desesperada por crear contrapesos al poder del gobierno obliga a la población a creerles, aunque sea parcialmente.
Los periodistas son de los gremios con montos salariales más bajos, a pesar de que en su labor diaria arriesgan la vida. La justificación de sus patrones siempre fue que debían buscar sus propios ingresos extra, con chayotes y comisiones por publicidad. Esta desviación de sus tareas fundamentales se convirtió en reglas no escritas, pero también en el puente de la honestidad a la corrupción.
Si algún periodista quería tener un salario adecuado a sus necesidades debía pedir estar en la lista de los consentidos de las secretarías de gobierno y, además, vender publicidad para ganarse la comisión que le correspondía a su fuente de información. En ese proceso había publicidad pagada sin factura, cuyo recurso se quedaba en manos del reportero, quien engañaba al público, al patrón y a los anunciantes.
Es decir, la práctica del periodismo en México está viciada de origen, pero se insiste en mostrar sólo una parte. Que es la que le conviene a los medios tradicionales y a los periodistas poco honestos. Así, si los salarios para los reporteros siempre fueron muy bajos por qué hay periodistas ricos, con casas en estados Unidos y residencias que fueron adquiridas con dinero de oscuro origen y nadie cuestiona.
Hablar sólo de periodistas privilegiados sin el origen y las causas que lo explican o de los asesinatos de los comunicadores de manera aislada, es impedir que se llegue a solucionar el gran problema de México en relación con la información que no es confiable. Mientras mayor es el medio, existen más posibilidades de falsear las noticias, porque hay más intereses de por medio. Esa es la tradición que se volvió vicio y algunos quisieron convertir en hábito.
Cuando hay desmentidos a los periodistas a veces ni no reconocen, mucho menos son capaces de rectificar o aceptar públicamente, mientras a un médico con un error no intencional le quitan su licencia por su negligencia.
En México, la mayoría de los reporteros deshonestos mienten con premeditación y ni siquiera les llama nadie la atención. Aquí la impunidad se muestra todavía en nuestros días y se trata de victimizar a los mentirosos a sabiendas de que no son honestos.
Por ejemplo, hay quienes dicen que Carlos Loret es periodista, desde esa perspectiva también deben serlo Gilberto Lozano, Marko Cortés, Javier Lozano, Diego Fernández de Cevallos, Claudio X. González, Dante Delgado, etc. Realizan la misma tarea y no se autodenominan comunicadores ni se dicen víctimas de la represión contra la libertad de expresión. Habrá que deslindar desde la lógica las responsabilidades y oficios de cada uno para colocarlos en su lugar en la historia y esta también es labor de los periodistas que se digan de serlo y lo son.
Así, cómo quieren que deje de haber asesinatos de periodistas o impunidad para los comunicadores privilegiados, el problema radica que en cuanto se quiere poner orden en el caos tradicional de la comunicación en México surgen las voces de los intereses espurios a denunciar un supuesto atentado contra la libertad de expresión.
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